¿Alguna
vez has oído hablar del mar de los árboles? Dicen que nació de una
montaña de fuego, que surgió del magma candente sanando la
destrucción del lugar.
Cuentan las leyendas que
es un bosque encantado de sinuosos senderos cambiantes, volubles e
idénticos. Cuentan que tiene vida propia, que construye el camino
que seguirán todos los que se adentran para asegurarse de que no
volverán a respirar ni un mililitro de aire fuera de él.
También se dice que, si
bien los árboles poseen unas formas comunes, las raíces se
retuercen de tal forma bajo las hojas caídas que no es difícil
caminar sobre ellas creyendo que estás dando paso firme cuando en
realidad el suelo está tres metros más abajo. Los que caen en la
trampa tienen suerte si sólo se rompen una pierna pues profundas
fosas se abren en la oscuridad de la tierra. Lástima de aquéllos
encerrados en esas jaulas de corteza, pues no conocerán otro hogar
hasta que mueran.
Los antiguos libros
relatan historias sobre niños y ancianos que amablemente recogía el
bosque tras el abandono de sus familias, cobijándolos en su penumbra
hasta que la última lágrima y el último grito se perdían
uniéndose al silencio del lugar. Se cree que, aún hoy en día, de
vez en cuando se vislumbran sombras, siluetas, aparentando pertenecer
a alguno de los viejos fallecidos. Otras veces el viento trae el eco
de los lloros lastimeros de los infantes, desorientados y
hambrientos. Los más privilegiados, antes de dormir por última vez,
podrían sentir las caricias de algún alma en pena.
Y tú, como muchos otros
antes, has decidido comenzar este viaje sin retorno. En vano has
atado una cinta aguamarina a uno de los troncos creando tu guía
mientras empiezas el último paseo de tu vida. ¿Realmente crees que
serás capaz de regresar por el camino marcado? Cuando la cinta se te
acabe estarás exhausto pero querrás curiosear un poco más y
escogerás uno de los infinitos senderos que se abran ante ti. Pronto
te fallarán las fuerzas pero, nervioso, con un chute de adrenalina
serás capaz de andar unos cientos de metros más. No tardarás en
enloquecer y, por fin, dejarás que tu alma se una a las de los que
anteriormente perecieron. ¿Quién sabe? Quizás, sin cuerpo, ella sí
encuentre a quien has venido a buscar.
Y aún en caso de que
decidas regresar... Recuerda, es un bosque maldito, ¿qué te hace
pensar que tus guías marcarán el camino correcto?
Sigue andando, ya no hay
vuelta atrás. ¿Qué es lo que te ha traído aquí? ¿Tu familia?
¿La sociedad? Ni siquiera eres capaz de recordar tu última sonrisa,
¿verdad? Sigue andando, haz el último nudo con tu cinta. Ahora
siéntate, relájate y reflexiona. Sabes cuál será tu siguiente
paso, has alzado la vista y ahí, frente a ti, están la rama y la
raíz invitándote al último sueño de tu vida. El viento ya trae
los ecos de los difuntos, te rodean y su presencia comienza a lamer
tu cuerpo. Dos minutos más y todo estará hecho.
Dicen de mí que soy uno
de los lugares más mortales del mundo. Mi nombre es Aokigahara
Jukai, y soy el bosque de los suicidas.