viernes, 11 de octubre de 2013

Bienvenidos a la Demencia.

Le miraba sus ojos transparentes, asustada. Ambos sabíamos la que nos venía encima. Llevábamos días agotados, asustados, huyendo, corriendo de aquellas cosas que intentaban devorar nuestras entrañas.


Y allí nos encontrábamos, con las lágrimas en los ojos, a punto de desfallecer...
Encontré sus ojos brillantes posados sobre los míos, buscando un último aliento de descanso antes de morir.
Y lo único que oíamos eran nuestras respiraciones pausadas entre los extraños ruidos que emitían aquellos seres extraños.

- Y... ¿Ahora que? - pregunté.
- Ahora... nada. Ahora morimos. Ahora nos cogerán, nos comerán, y pronto empezaremos a perder nuestras pocas facultades mentales. Nos volveremos locos durante segundos, e instantes después, entre los dientes putrefactos de esos seres, nos dejaremos morir.
Va a ser duro, preciosa... - me dijo sonriendo, mientras las lágrimas caían pos sus ojos.

- Hemos recorrido mucho juntos, cariño... - dije intentando evitar no llorar, pero no podía evitar que aquellas lágrimas calladas, escupieran sal por mis ojos. - Sostén mi mano hasta morir... - le susurré.

Y así cogió mi mano, alzó mi barbilla, y besó mis labios llenos de heridas.

Habíamos hecho mil cosas juntos, salir, jugar al ordenador, conciertos, escuchar música, hacer el amor... Pero jamás imaginamos, ninguno de los dos, que lucharíamos tanto por la supervivencia del otro. Ni que nos amaríamos tanto.
Ni que el mundo se volvería tan peligroso y oscuro.

Ya nos habíamos vuelto un poco más locos.
Y el ruido de esas criaturas cada vez se hacía más perceptible para nuestros oídos.
Y el miedo ya no llenaba nuestros corazones.

- ¿Lista para morir? - me preguntó.
- Lista para hacerlo contigo... - le dije sonriendo.


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