Como el majestuoso fénix que renace de sus restos, mis musas vuelven a mí una vez mas. Tan cautivadoras y ácidas como siempre... Plateada y Dorada como de costumbre, con sus demencias y desvaríos comunes... No cambian nada, siguen como siempre, amenazadoras y esperando el momento oportuno para apuñalar a la cordura por la espalda. Seguid así, mis eternas estrellas...
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