lunes, 14 de octubre de 2013

Del verbo "amar" escribí todas sus conjugaciones en su espalda. Y porsupuesto, me dejé caer en tus brazos con la languidez con la que cae una pluma de plomo sobre un charco de agua.

Estábamos tan predestinados a odiar al destino por juntarnos, que ya no podíamos soportar el peso de la realidad.

Y me dejé caer en el sexo ajeno, frívolo, crudo y duro. 
Y no era nada. Ni era nadie. No eras tú.

Y le miraba distraída, con su cuerpo sobre el mío, no eras tú.
Y le besaba y no me.sabía a nada. No eras tú.
Y acariciaba su rostro, y no eras tú. 
Y me decía suavemente, "Eres preciosa" y seguías sin ser tú.


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