jueves, 14 de junio de 2012

Rumbo fijado

   Ya no existe el tiempo, ni las horas ni los minutos. Ya no son útiles los horarios ni los calendarios; no aquí, en el oscuro océano de estrellas. Los Soles brillan en la noche y el día no llega nunca. No puedo divisar ningún horizonte a través del cristal y me siento enjaulado en el infinito vacío.
   Aun quedan 4 días para llegar al próximo planeta, ¡qué inmensas son las distancias!, me siento insignificante... No hay nada que hacer, el piloto automático se encarga de todo. La fría voz de la consola central de la nave no me llena... Tan artificial que no percibo calor.
   Nunca me dijeron que viajar por el espacio fuese tan aburrido. Necesito encontrar una tripulación; un grupo de gente con la que pasar el tiempo, que da la impresión de estar detenido. La música hace eco en las paredes y puedo oírla desde cualquier lugar.
   No veo pájaros ni oigo las olas... Solo aparecen nebulosas, asteroides y lejanos planetas que brillan convertidos en estrellas... Y el interminable fondo negro que lo cubre todo.
   Me queda el consuelo de saber que cuando llegue a mi destino todo será nuevo para mis ojos, que no soportan ya la monotonía del universo.

Como esa vez que descubrí...







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