La columna comienza a separarse y arrastra consigo todas esas dulces maldiciones que profanan tus ennegrecidos labios. Una jeringuilla de aire directa al corazón; y te hago morder el oxidado alambre de espinos que antes aprisionaba tus muñecas, abriendo tus venas.
Ríos escarlatas que brotan por doquier y derraman tu vida. Esas piernas ya no pueden mantenerte en pie y decido separarlas de tu cuerpo a la vez que parto tus huesos.
Y esa expresión de indescriptible dolor que ilumina tan oscuro momento. Has acabado en pedazos, alimentando el fuego que te consume y ahora tus cenizas flotan en el aire. Veo tu espíritu, aun sufriendo, intentando en vano hacerse con ellas...
Colaboración de Ibi Golden
para Thinkandmakerainbows.blogspot.com.es
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